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Guía OncoSur de sarcomas de partes blandas

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frecuentes otros tipos de sarcomas, pero idealmente el paciente debería ser evaluado con una prueba

de imagen adecuada para el cribaje (por ejemplo una ecografía) en unas 2 semanas, para conocer si

deben realizarse pruebas adicionales.

Una biopsia incorrectamente diseñada o realizada por médicos no habituados al manejo de pa-

cientes con sarcomas puede condicionar negativamente el tipo de cirugía o de radioterapia necesa-

rias para garantizar las máximas opciones de supervivencia del paciente.

El diagnóstico de sarcoma requiere un sofisticado proceso para la caracterización del tumor de for-

ma eficiente. En otro de tipos de tumores, el diagnóstico patológico se basa únicamente en el examen

histológico. En los sarcomas, este examen se ha de apoyar en los síntomas de presentación, así como

en la duración e intensidad de estos, asociado a la interpretación radiológica de la agresividad y loca-

lización. La estadificación del tumor requiere la valoración de un radiólogo experto en el diagnóstico

de los sarcomas, que puede diferenciar los hallazgos incidentales de las metástasis, así como de los

procesos directamente relacionados con el tumor. Con las diferentes técnicas de imagen, cada vez

más sofisticadas, guiadas por el radiólogo se conseguirá la correcta identificación diagnóstica y un

estudio de extensión necesario. Los protocolos terapéuticos dependerán en gran medida de la correc-

ta interpretación de la imagen. La coordinación del servicio de cirugía con el patólogo redundará en

la adecuada interpretación de los hallazgos histológicos, entre los cuales destaca la evaluación de la

distancia del borde del tumor al margen quirúrgico, crítico para decidir la necesidad de tratamientos

posteriores.

El tratamiento de los sarcomas se basa casi siempre en la cirugía. Dada su variable distribución

anatómica, suele requerir la asociación de diferentes especialidades quirúrgicas oncológicas, que in-

cluyen al traumatólogo, cirujano general, cirujano torácico, cirujano plástico, urólogo, ginecólogo y

otras disciplinas quirúrgicas específicas según la localización. En muchas ocasiones es frecuente que

se plantee la necesidad de intervenir quirúrgicamente un tumor previamente tratado con radioterapia,

lo que también requiere experiencia previa y planificación conjunta de la estrategia con radiólogos

conocedores de estas situaciones.

Desafortunadamente, un porcentaje importante de pacientes con sarcoma son sometidos a una ci-

rugía subóptima de inicio, sobre todo cuando no interviene el equipo multidisciplinar. Esta maniobra

resultará en la necesidad de una recirugía, así como una radioterapia más extensa y, por tanto, con

más efectos secundarios de lo que el tumor inicial hubiera requerido, teniendo que llegar, en ocasio-

nes, a la necesidad de amputación.

El tratamiento con radioterapia tiene un potencial curativo en los sarcomas. Suele implicar la ne-

cesidad de dosis altas que requieren una cuidadosa y experta planificación para limitar toxicidades

o disfunciones crónicas. La radioterapia puede además ser administrada concomitantemente con la

quimioterapia, lo que genera mayor riesgo de complicaciones y por lo tanto precisa un manejo ex-

perto.

Los fármacos usados en el tratamiento de los sarcomas suelen incluir complejos esquemas de

quimioterapia, frecuentemente asociados a toxicidad potencialmente grave, que requieren amplia

experiencia para su utilización, así como para el soporte necesario.

Los radiólogos son críticos no solo para el diagnóstico de la enfermedad, sino para la planificación

de la biopsia, del tratamiento locorregional (quirúrgico o radioterapéutico) y de la interpretación de

la evolución de la enfermedad. Dentro de la radiología cobra especial importancia el uso de la reso-