Síndromes dolorosos en oncología. Evaluación y factores pronósticos
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1.2. Dolor neuropático
El dolor neuropático es el resultado del daño directo sobre el sistema nervioso central o periférico,
como consecuencia de la compresión o infiltración tumoral de estas estructuras, o causada por la
cirugía, irradiación o fármacos.
Ejemplos de dolor neuropático son las neuropatías (daño de los nervios) y plexopatías (daño de las
raíces nerviosas) producidas por linfadenectomías, toracotomías o mastectomías, las producidas por
irradiación braquial y lumbosacra, las neuropatías periféricas inducidas por fármacos antineoplásicos
o el síndrome del miembro fantasma.
La mayor parte de los pacientes con dolor neuropático sufren dolor crónico que se extiende más
allá de los tres meses, y podemos distinguir dos tipos: dolor central, que afecta al sistema nervioso
central por tumores cerebrales primarios o metástasis y dolor periférico, como las referidas neuropa-
tías y plexopatías. El paciente lo percibe como una disestesia (hormigueo doloroso) que a veces cursa
con episodios de agudización intensa (disestesia paroxística), hiperalgesia (disminución del umbral
doloroso), alodinia (estímulo no doloroso en condiciones normales que pasa a serlo) o hiperpatía
(reacción dolorosa anormal a estímulos repetitivos) (5).
2. DURACIÓN DEL DOLOR: DOLOR AGUDO Y DOLOR CRÓNICO
2.1. Dolor agudo
El dolor agudo tiene un patrón bien definido, siendo autolimitado y respondiendo bien a la analge-
sia. Está producido por lesiones superficiales o profundas de curso agudo y desaparece con la lesión
causal. Su duración es menor de tres meses.
2.2. Dolor crónico
Cuando el dolor dura más de tres meses y persiste a pesar de la desaparición de la lesión causal,
hablamos de dolor crónico, no existiendo además relación entre la intensidad del dolor y la magnitud
de la lesión causal.
El dolor crónico produce un significativo deterioro de la calidad de vida del paciente, con cambios
en su personalidad o alteraciones de su estilo de vida. Su tratamiento, que es un verdadero reto, no
solamente requiere una terapia antiálgica efectiva, sino que conlleva atender a múltiples aspectos de
la vida, incluyendo los psicológicos. La evidencia sugiere que la persistencia del dolor produce el
mayor efecto negativo sobre la calidad de vida del paciente (6).
3. EVALUACIÓN DEL DOLOR
El tratamiento eficaz del dolor comienza por conocer la extensión tumoral, su relación con los di-
ferentes órganos y vías nerviosas afectadas, así como su impacto en la calidad de vida.
En gran parte, el dolor es un sentimiento subjetivo, sentido de forma diferente por diferentes perso-
nas, lo que dificulta su medida haciendo obligada la colaboración del paciente, con preguntas claras