Fármacos coadyuvantes en el tratamiento del dolor oncológico
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pautada, lo que conlleva una predecibilidad mayor de los niveles séricos. Tanto la gabapentina como
la pregabalina presentan escasas interacciones con otros medicamentos, ya que la fijación a proteínas
plasmáticas es baja y no causan inducción o inhibición de las enzimas del sistema citocromo. En la ac-
tualidad, la gabapentina es el adyuvante analgésico de primera línea para el tratamiento del dolor neu-
ropático de diversa etiología. La mayoría de los ensayos controlados de gabapentina en pacientes con
dolor neuropático demuestran que reduce la intensidad del dolor, la interferencia en el sueño y mejora
la calidad de vida. Se debe iniciar con una dosis diaria de 100-300 mg al acostarse y puede aumentarse
cada tres días. La dosis máxima recomendada es de 3.600 mg al día, pero de vez en cuando los pacien-
tes tienen beneficios con dosis más altas. La evaluación de la eficacia se debe realizar a la semana o
a las dos semanas de alcanzar la dosis máxima tolerable. Los efectos secundarios más frecuentes son
mareos, somnolencia, confusión y edema periférico, por tanto, la gabapentina debe ajustarse lenta-
mente en pacientes de edad avanzada y en aquellos con insuficiencia renal. Su efectividad en el alivio
del dolor se ha demostrado clínicamente en: neuralgia postherpética, neuropatía diabética, esclerosis
múltiple, dolor neuropático, y se ha utilizado con efectos favorables en: distrofia simpático refleja,
eritromialgia, neuropatía idiopática del trigémino, neuropatía periférica y síndrome del dolor central.
Por otra parte, la pregabalina se utiliza a dosis de 600 mg con inicio de 150 mg comparativa con
el de una dosis de 3.600 mg de gabapentina. El mantenimiento de estos efectos se ha seguido hasta
durante diez meses sin ningún cambio en la eficacia o signos de toxicidad. Debido a la naturaleza de
sus mecanismos e identificación de sitios similares de acción que la gabapentina, es razonable pensar
que tiene todas las indicaciones de esta, aunque su perfil farmacocinético parece predecir algunas
ventajas de relevancia clínica, así como su indicación en otros trastornos como la ansiedad generali-
zada y las fobias sociales.
1.3. Corticosteroides
Los corticosteroides se utilizan como terapia adyuvante en el tratamiento del dolor neuropático,
especialmente en la compresión medular, hipertensión intracraneal, infiltración de tejidos blandos y
distensión visceral.
Los corticoides inhiben la producción de prostaglandinas reduciendo la inflamación; disminuyen
la permeabilidad capilar y el edema peritumoral, y al estabilizar la membrana celular disminuyen la
excitabilidad neuronal.
Los corticosteroides son generalmente administrados ya sea en un régimen de altas o bajas dosis.
Un régimen de dosis altas (por ejemplo, dexametasona, 100 mg, seguida por 96 mg/día repartido en
dosis) se ha utilizado en pacientes con compresión medular o con dolor severo resistente a opioides.
La dosis se disminuye paulatinamente durante días o semanas después de iniciar otros analgésicos.
Un régimen de dosis bajas de corticosteroides (por ejemplo, dexametasona a dosis de 4 mg una o
dos veces al día) puede ser utilizado para pacientes con cáncer avanzado que continúan con dolor a
pesar de la dosificación óptima de los fármacos opioides. En la mayoría de los casos, la dosis debe
reducirse hasta lograr la dosis efectiva más baja (Tabla III).
Los corticosteroides tienen otras indicaciones como aumentar el apetito, antiemético, y en general
mejorar la calidad de vida a corto plazo, ya que las terapias prolongadas y a altas dosis aumentan el
riesgo de efectos adversos. Por ello, en pacientes con supervivencias prolongadas, se debe realizar
un seguimiento de los efectos adversos, debiendo reducir y suspender la administración si la terapia
es ineficaz u ocasiona efectos adversos importantes, tales como hipertensión, hiperglucemia, inmu-
nodepresión, úlcera gastrointestinal y/o trastornos psiquiátricos.